La galga favorita del príncipe Alberto, "EOS", pintada por Sir Edwin Landseer. Acompañó al príncipe desde sus catorce años y viajó con él a Inglaterra. Cuando Eos murió, con diez años de edad, fue enterrada en el cementerio familiar de palacio. Landseer se encargó de realizar un monumento a Eos para su tumba.

Eso, es amar a tu perro.

"SIEMPRE QUE VEO A UN CAZADOR SEGUIDO DE SU PERRO, LA ESCOPETA AL BRAZO, NO ME OLVIDO NUNCA DE DESEARLE BUENA CAZA. DICEN QUE ESA FRASE ES DE MAL AGÜERO". Julio Verne

miércoles, 14 de mayo de 2014

La historia de Antonia de desecho y perra maltratada a mimada de un hogar



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Antonia estaba sola en el mundo. Unos desalmados la abandonaron a su suerte y, para colmo, era una perra maltratada. Se vio obligada a deambular por las calles, siempre con el miedo de que le hicieran daño. No podía fiarse de nadie. Vagaba con una pata atada a su cola con una cuerda, y en el rabo le habían introducido un trozo de una botella de plástico. Un amante de los animales, Antonio Murciano, supo de su existencia. Recibió un aviso en el que le comunicaban que esta galga estaba dolorida, delgada y desnutrida, pero no se dejaba ayudar, así que decidió ir en su búsqueda para salvarla. “Había aparecido en Villardompardo y estuve más de un mes llevándole de comer e intentaba cogerla. Hubo personas que me ayudaban y me decían por dónde se movía, ya que cambiaba de lugar en cuanto se veía acosada”, señaló Murciano.

De pronto, Antonia, como le pusieron de nombre, desapareció. Su segundo destino fue Escañuela. No podía localizarla y casi la dio por muerta. “Por suerte, hay gente que se ha portado muy bien con ella. La galga estaba tan castigada que era casi imposible cogerla”, explicó. Y de Escañuela, la galga hizo más kilómetros, hasta llegar a otro municipio de la provincia, a Fuerte del Rey. Murciano la encontró, finalmente, en una pequeña nave. “Es increíble cómo estando herida, con una pata atada al rabo, ha podido cambiar tres veces de pueblo”, apuntó. Pero, por fin, Antonia se dejó coger y meter en una furgoneta y, en ese tiempo, llegó incluso gente de Madrid para ayudarla. Un veterinario le realizó las primeras curas y le extrajo la cuerda, ya que parte de ella estaba ya dentro de su pata. Su martirio había terminado.

FINAL FELIZ. Antonia pasó de vivir en la calle a ser tratada como una reina. Fue “preadoptada” por una familia neoyorquina que vive en el residencial madrileño de la Moraleja. Es feliz con su dueña, Anne, y ha engordado bastante. Es más, según Murciano, la galga “parece otra”, y eso que todavía tendrá que recuperarse de sus heridas y deberá someterse a una operación. “Con la cuerda que le ataron le habían seccionado tendones y músculos, por lo que el daño era grande”, lamentó. Ahora, en un chalé de Madrid y con sus visitas al veterinario, consiguen bajarle poco a poco la inflamación y quitarle la infección que tiene en la pata. El próximo paso será una intervención quirúrgica. Le pondrán una placa y, aunque su pierna quedará rígida para siempre, por fortuna así no se la amputarán.

Con este caso, Murciano denuncia que los malos tratos a los animales en la provincia están a la orden del día. “Los ciudadanos y las administraciones tienen que poner de su parte, ya que la ley de protección animal de la Junta brilla por su ausencia”, denuncia, y se alegra de que al menos Antonia sí pueda disfrutar de una buena calidad de vida y haya pasado “a mejores manos”.

http://www.diariojaen.es/provincia/noticias-provinciales/item/66545-de-fuerte-del-rey-a-la-moraleja

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