Pido un hueco en una casa y un corazón, y probablemente sea por poco tiempo...

Copio:

Hoy he ido al albergue de Nueva Vida a llevar unas cosas... y he vuelto con el alma pesada. Mira que soy veterana y por mi propio bien he aprendido a ser impermeable durante los ratos que tengo que pasar entre jaulas, ladridos y miradas que te desarman y te quitan la tontería de una hostia de realidad. Hasta que, cuando yo ya me creía segura, cuando me quedaban dos metros exactos para terminar mi dolorosa ronda, le he visto, encogido en el último chenil, esperando... Siempre espera. Rasca, se llama. Un perro vencido, acabado, rendido ante la vida, que a sus 13 años ha visto cómo su amo se mudaba de casa, llevándose a sus otros dos compañeros caninos más jóvenes, y a él le dejaba atado a un árbol. No hay derecho, coño!! No lo hay. 

Rasca está muy mal. A rasca le queda muy poco. Rasca está enfermo. Aún no sabemos qué es con seguridad, pero no tiene buena pinta. Estaba más o menos bien cuando llegó hasta que el otro día se desplomó y desde entonces parece que tiene problemas de coordinación, aparte le duele mucho un oído e inclina la cabeza hacia un lado. 

Hay que hacerle un TAC. Pero no os escribo por eso: os escribo para SUPLICAR que Rasca no muera en un chenil, sólo, él que lo único que ha conocido hasta hace poco era el supuesto amor de su amo, al que él sigue buscando cada vez que oye que alguien se acerca. 



Por favor... Sabéis que nunca, nunca le lloro a nadie. Que no va conmigo apelar a vuestra sensibilidad. Que jamás imploro. Pues bien, ahora lo hago. Pido un hueco en una casa y un corazón, y probablemente sea por poco tiempo....

CONTACTO: Fani Megia