Copio:
Hace un mes apareció una gata negra y famélica, en el terreno donde alimento a dos gatos más. La nueva gatita era muy miedosa. Ni siquiera salía a comer. Pero poco a poco ya iba corriendo cuando yo llegaba. El alimento enlatado y las croquetas la enloquecían. Al principio pensé que tal vez tenía un dueño desobligado, como los otros dos. Pero un día en la noche fui a asomarme al lugar. Llamé a los gatos y sólo salió ella. A toda velocidad. Hambrienta. Me fui por croquetas. Al día siguiente hice lo mismo. Me dolió mucho ver que salía de entre la hierba. Estaba sola, en la intemperie abrazándola el inmisericorde frío. Ya se dejaba agarrar por mí. El proceso iba bien.
Pronto podría agarrarla y exterminarle los parásitos que se asomaban.
La segunda noche que le llevé de comer. Fue la última vez que la vi.
Hoy 11 de enero cumple dos semanas de que dejó el terreno. Pero la semana anterior escuché que lloraba un gato por donde vivo. No era de los que yo tengo. Miré por mi ventana hacia el estacionamiento de la L´Oreal, un gato negro corría, también uno blancuzco muy peludo. Me preocupó ver gatos en la fábrica. Porque hace casi cuatro años entré a buscar uno de mis gatitos que había desaparecido.
El vigilante me preguntó: cómo es?
-Es rubio -respondí.
-Es que hoy sacamos uno en la mañana de ese color. Cayó en las trampas que tenemos para matar gatos. -dijo el vigilante.
Pasaron los años. Hace dos. Vi correr a una gata blanca en el estacionamiento, a donde sólo circulan trailers. Supe que tenía hijitos en una bodega. Una mujer se llevó a un hijito. Nunca más volví a ver a la gata blanca ni a saber nada de los gatos de la bodega, que eran cerca de 13, según una secretaria.
No los saqué del lugar porque no tenía un lugar para llevarlos.
Impotencia como siempre.
Así, que ahora volver a ver gatos correr en el estacionamientome ha estremecido. Sé que están en peligro ser asesinados.
Anteayer en la noche , llamé a mis gatos para darles de cenar. De repente gritos se escucharon. Miré por mi ventana hacia la L´Oreal. El gato negro lloraba y gritaba al escucharme. Entonces, reconocí, entre la oscuridad que era "mi gata negra desaparecida". Esa gatita desnutrida y parasitada que llevaba poco tiempo de alimentar.
Lo único que se me ocurrió fue lanzarle una bolsa con croquetas.
Pronto se acercó una gata preñada, que me pareció está preñada. Desde las alturas podía escuchar el ruido de desesperación por comer las croquetas. No supe qué hacer.
Al día siguiente me subí al techo de donde vivo. Llamé a la gata y salió corriendo de entre las llantas de un trailer. Un empleado pasaba por allí. Le dije si podía agarrar a la gata y que me la llevara a la entrada de la fábrica. Dijo que sí, pero la gata negra se escondío en el motor del trailer. Pero minutos después salió. Al ver que el hombre quería agarrarla corrió sin parar a unos 500 metros, cerca de la entrada.
Tomé una transportadora y salí corriendo. Llegué a la fábrica, y pedía hablar con alguien de seguridad. Al momento varios hombres salieron.
Llamaron a su "superior". La mujer se veía estricta, al comentarle por qué estaba allí, me dijo que le alegraba saber que hay gente que ayuda a los animales. Pero que debía hablar con su jefa.
Cerca de las 13:00hrs. me llamó una mujer. Dijo que respondía a mi petición de entrar a la fábrica por la gata. Aseveró que yo no podía entrar. Pero que le dejará la jaula para que la atraparan. Le dije que la gata se dejaría agarrar por mí, sin trampa. Insistió en no dejarme entrar. Y dijo que en dos semanas es la segunda vez que entra un gato al almacén, así que si no la atrapaban llamarían al antirrábico para sacrificarla. Le pregunté por qué a mí no me dejaba entrar y si pensaba hacerlo con los del antirrábico.
Pronto cambió su respuesta. Dijo que quienes entrarían sería el grupo de fumigación de la empresa.
Le dije que me dijera con quién hablar, o a quien mandarle un escrito formal para pedir permiso para entrar por la gata. Respondió: "no hay nadie más, yo mando".
No me quedó más alternativa que llevar una transportadora.
Fue cuando conocí a la encargada de seguridad, Mónica Martínez, le volví a pedir permiso para entrar por la gata. Volvió a negármelo. Me preguntó si tengo: casco, chaleco y zapatos antibalas. Respondí: no.
Entonces dijo: "no puede entrar".
Volví a preguntarle a quién debo dirigirle un escrito formal para entrar. Volvió a responder: "A nadie. Yo mando."
Le dije que me habían mencionado los hombres, a quienes les instruiría cómo usar la trampa, que anda un gato en la fábrica con un gato salido. Que permitiera se recoja. Dijo: "No. No voy a dejar mi tiempo atrapando gatos. Estoy muy ocupada". "Pero nos importan los animales".
"Somos una empresa animalera" (¿?)
Mi intención principal era que aceptara trabajar en conjunto conmigo, con Gatos Olvidados. Pero se negó.
Dejé la trampa. Lo que tenía que hacer ese lunes, lo cancelé porque estaría esperando la llamada de la gente de la L´Oreal.
Muchas horas pasaron. Hasta que me desesperé y llamé a las 18:30 hrs.
El ingeniero Gonzalo Marín me dijo que la gata no se había metido a la trampa. Pero casi una hora después me llamó para informarme que uno
de los empleados había agarrado a un gato café, que tal vez no era mi gata. Preguntó qué hacer con él. Le dije que me lo diera. Fui por él.
Me lo dieron en una caja de cartón. Hasta que llegué a casa lo observé: es un gatito de mes y medio de edad, tipo siamés muy claro.
Con una infección enorme en sus ojitos. En la caja le habían puesto pedazos de bolillo duro. ¡Se nota que saben lo que come un gato!
El pequeñito espantado gruñía. Lo metí a una transportadora.
Le puse croquetas para bebé y pechuga. Se acabó todo. Seguía gruñendo y llorando. Pero le puse el antipulgas y le curé la infección en los ojos.
¡Pobre gatito! Seguramente habrá muchos más en malas condiciones. Tanto los que están en el almacén como los que se meten en los motores de los trailers. O el gato con su ojo salido que busca comida entre la basura.
Mañana se colocará otra vez la trampa. Y seguramente, caerán muchos gatos. No sé si se meta "la gata negra", pero los demás necesitan también ayuda.
Urgentemente necesitan hogares temporales.!!!
Cualquier ayuda comunicarse con
Claudia: cel: 55 2751 6229,
después de las 12:00pm.
"En algún lugar, bajo la lluvia, siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser feliz". Jean Anouilh
La galga favorita del príncipe Alberto, "EOS", pintada por Sir Edwin Landseer. Acompañó al príncipe desde sus catorce años y viajó con él a Inglaterra. Cuando Eos murió, con diez años de edad, fue enterrada en el cementerio familiar de palacio. Landseer se encargó de realizar un monumento a Eos para su tumba.
Eso, es amar a tu perro.
Eso, es amar a tu perro.
"SIEMPRE QUE VEO A UN CAZADOR SEGUIDO DE SU PERRO, LA ESCOPETA AL BRAZO, NO ME OLVIDO NUNCA DE DESEARLE BUENA CAZA. DICEN QUE ESA FRASE ES DE MAL AGÜERO". Julio Verne
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