Copio:
Texto de Federico M. Haymes Necochea
Hoy salvé a un humano
Sus ojos se encontraron con los míos mientras ella caminaba por el pasillo mirando con cara de pena las jaulas del refugio. Parecía que buscaba algo. Sentí su necesidad al instante y supe que tenía que ayudarla, así que moví mi cola, sin agitarla demasiado ni parecer nervioso, no quería asustarla.
Conseguí que ella se parara ante mi jaula y me mirara con algo de atención, entonces intenté disimular la herida que me hice hoy en la pata con los hierros del fondo de la jaula, no quería que ella supiera que todavía no había salido y nadie sabia que estaba herido. A veces los cuidadores del refugio están tan ocupados, la verdad, no quería que ella los juzgara mal.
Leyó mi tarjeta de identificación que cuelga de la puerta de la jaula, esperé que lo que contaba no la hiciera sentirse triste por mi pasado. En mi cabeza solo existe el futuro, el que quiero compartir con alguien para hacerle feliz.
Se puso de rodillas y me llamó con ruiditos cariñosos para que me acercara, parecía muy triste y metí parte de mi cabeza y de mi hombro por entre las rejas para consolarla. Su mano me acarició suavemente el cuello, estaba desesperada de compañía. Le cayó una lágrima por la mejilla y yo levanté la pata y se la ofrecí para intentar asegurarle que todo iría bien. La puerta de mi jaula se abrió y su sonrisa era tan brillante que inmediatamente salté a sus brazos y la llené de lametones.
Prometo mantenerla a salvo. Prometo estar siempre a su lado. Prometo hacer todo lo que pueda para ver siempre esa sonrisa radiante y el brillo en sus ojos.
Ella tuvo la suerte de venir a vernos, pero todavía quedan muchos humanos ahí fuera por salvar, ellos nunca se acercan a estas instalaciones, es una lástima que no nos dejen ayudarlos.
Pero por lo menos hoy, he podido salvar a uno.
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