Copio:
Me permito copiar y exponer en mi blog este articulo escrito por Caroline Waggershauser, publicado en el portal de Quintanar de la Orden (Toledo).
De verdad que merece la pena leerlo, son solo unos minutos...
Un ser extraño: el español
Por Caroline Waggershauser
A pesar de llevar ya 24 años en este país - no por gusto, desde luego que no - el español no deja de sorprenderme de nuevo una y otra vez. Por su inmensa ignorancia, por su indiferencia sin límites, por su escaso espíritu de Robin Hood, por ser poco dado a ayudar a los demás, por su nulo compromiso para con los que sufren, sean humanos o animales. Por ser capaz de girar la cabeza ante la evidencia y pasar de largo. Por poder seguir durmiendo tranquilo. Por pensar solamente en el "¿Qué dirán los vecinos?". Por temer siempre posibles consecuencias legales. Por no querer hacer esfuerzos tanto en renunciar a su tiempo libre o por cuestiones económicas. O por posibles represalias de vete a saber quién. Excusas no faltan para no socorrer a un ser vivo en apuros.
Y no solo por parte del ciudadano de a pie. No. También por parte de los mandamases de este país. Los que deberían velar por el bienestar de todos, humanos y animales y hacer cumplir la ley. Por algo existen - como en este caso - leyes de protección animal a nivel autonómico y nacional por muy pobres que sean. Nada que ver con países de centro y norte Europa, desde luego que no. En esta cuestión España está a años luz de países como por ejemplo Gran Bretaña o Austria.
Pero, como siempre, tanto personas civiles como burócratas en esta España tan profunda, tan negra, tan cruel hacen oídos sordos al grito de socorro de un animal. ¿Para qué existen estas leyes de protección animal? Leyes que deberían hacer destacar a todo un país por su vanguardismo, por su humanidad, por su empatía hacia el más débil. Qué lo elevaría al círculo de naciones donde el respeto a cualquier ser vivo es una máxima a seguir y a defender.
Ocurrió en la calle de la Paz, 20 de su municipio.
¿Cuántos vecinos de esa misma calle y aledaños habrán escuchado los lloros y aullidos de pena, de hambre, de sed, de estar enfermos de estos galgos que estuvieron hacinados en esta casa por sus propietarios desalmados? Personas que seguramente robaron a estos canes para lucrarse luego de la venta de los cachorros que nacieran de los vientres de sus madres. Galgas reducidas a meras máquinas de producir nuevos galgos y con ellos nuevas vidas desgraciadas.
Me consta que alguien presentó una queja ante el Ayuntamiento y la Policía Local de dicha localidad pero tampoco de estos órganos vino la ayuda que tanto necesitaban estos animales. Nadie en su pueblo tuvo los malditos h... para rescatar a estos animales que sufrían lo indecible.
Ni ante el salto desde un segundo piso de un galgo desesperado nadie se movió. Ni un solo dedo. Salvo colgar el video correspondiente en YouTube.
Me faltan las palabras ante semejante comportamiento.
Pero claro, por otra parte, en un país donde se disfruta gratuitamente, en público y bajo risas y jolgorio de la humillación, tortura y muerte del toro bravo, ¿qué cabe esperar de un ser llamado español?
De un país donde no hace poco tres pequeños municipios decidieron utilizar una buena suma de dinero público a los toros en lugar de a la creación de trabajo. ¿Por qué no me sorprendió el resultado de dicha votación que llevó a cabo el Ayuntamiento de Guijo de Galisteo?
Lo que se llama en alemán "Wein, Weib und Gesang", o sea: Vino, Mujeres y Canto a modo español se puede añadir "toros". Este dicho se aplica generalmente a personas que no están muy dadas a trabajar sino prefieren disfrutar de los placeres que les ofrece la vida.
Desde luego, nacer galgo o toro bravo en este país es una maldición eterna. Animales condenados desde nacer a sufrir lo indecible a manos de sus verdugos en nombre de una supuesta tradición, de algo pretendido llamado arte. ¿Cuándo se despertarán los españoles para escuchar estos gritos desgarradores de sus animales maltratados y torturados que retumban desde todas las fronteras de su país? ¿Cuándo se darán cuenta que la tierra, su querida y orgullosa tierra, esta bañada en sangre de sus animales masacrados? Sangre que brota por debajo de cada paso que dan cuando pisan esta tierra.
Me pregunto cuándo llegará la Ilustración a este país tan indiferente al sufrimiento de todos sus animales. Perros condenados toda su miserable vida a vivir en solitario en azoteas, balcones, sótanos o garajes, en cadenas cortas sin posibilidad de refugiarse, expuestos a las inclemencias del tiempo, pasando sed, hambre y enfermedades. Comiendo sus propias heces y bebiendo su propia orina.
Gatos, caballos, cabras, burros, patos y todo lo que hay de almas animales en el territorio español son quemados, descuartizados, empalados, ahogados, ahorcados, enterrados vivos, tiroteados, apaleados, dejados a morir de hambre y sed, precipitados desde alturas considerables, abusados sexualmente y cualquier cosa que se le pueda ocurrir a una mente ignorante, perturbada y perversa para poder disfrutar del dolor, de la agonía y de la muerte de un ser indefenso. Sin que jamás los autores de estos hechos espantosos sean juzgados y si se han de presentar ante un juez, éste los absuelve. Y así andan sueltos en las calles de este país seres (me es imposible llamarles personas) que cometieron los crímenes más espantosos contra un ser vivo débil y expuesto a la voluntad de su cruel verdugo. Andan impunes entre todos nosotros. En cualquier país civilizado estarían en la cárcel.
Me estremezco ante semejante barbaridad de un pueblo que pertenece a la Unión Europea desde el año 1.986. Cuando llegué a España en 1.988 ante mi "shock" cultural en cuanto al trato que se daba aquí a los animales, españoles cultos me decían
"África empieza tras los Pirineos".
Y sí, en muchos aspectos este pueblo de los orgullosos íberos parece estar muy cercano al continente africano donde todavía no ha llegado la Ilustración a la mayoría de los rincones y en consecuencia la tortura de humanos y animales se concibe como algo normal. Como antaño en el Medioevo cuando en toda Europa se practicaban ritos de lo más crueles con cualquier ser vivo.
Creo que después de 26 años en los que España se precia de ser un miembro de la honorable Unión Europea ya es hora de que los españoles renieguen de las crueles prácticas con sus animales sea por pura diversión, por la susodicha cultura o por ignorancia.
Qué el ciudadano de a pie sea consciente, qué se implique ante la miseria animal, qué se apiade de los animales torturados. Y qué sobre todo los burócratas a todos los niveles (desde un simple funcionario de un Ayuntamiento perdido en la España profunda hasta un juez estrella en Madrid) se tomen estos hechos muy en serio.
Solo referir a la relación entre maltrato animal y violencia de género o interpersonal. Maltrato animal es siempre un sobreaviso para males peores como maltrato de niños y mujeres, de seres débiles e indefensos. Solo mencionar el reciente caso del descuartizador de Canadá, Luka Rocco Magnotta que ante una cámara torturaba a animales hasta la muerte e hizo saber a través de Facebook que la próxima vez iba a tocar a un ser humano. Lo dicho, las autoridades deberían reaccionar con mucha más sensibilidad ante el maltrato animal.
Y recuerden: Cuando
Edmund Burke, el gran político y primer crítico de la Revolución Francesa, escribió que
«lo único necesario para el triunfo del mal es que las buenas personas no hagan nada», sin duda dijo una gran verdad. Y con hacer nada ni decir nada no se acaba con nada. Tengan el valor de comprometerse con la vida animal y denuncien a los maltratadores de animales. ¿Qué es lo que teme la buena gente de este país?
Así que, desde aquí mi llamamiento a las buenas personas con buen corazón que me consta que existen en España. Aunque les hace falta despertar de su ignorancia. No giren la cabeza cuando alguien necesita su ayuda. Implíquense. Enfréntense. Luchen por este ser débil, indefenso y expuesto a la voluntad de un ser cruel. Sea un niño o una cabra. No decaigan ante las risas y chistes de mal gusto de amigos, familiares y vecinos ignorantes o funcionarios de cualquier forma, tipo o rango.
Los seres vivos no lloramos por gusto. Lloramos porque algo nos duele, porque algo va mal. Y en esta España negra, profunda y cruel muchas cosas van mal. Muy mal. Preocupantemente mal. Y esto en un país supuesto progresista y moderno de la Unión Europea.
Fuente: http://mlvquintanar.com/