PIPER lleva más de tres años en el Refugio.
Y la historia de abandono de PIPER no es espectacular. Es la misma historia anodina de siempre, de un perro dejado en una autovía sin salida. Él llego, por suerte, a una gasolinera en donde le entretuvieron con comida y nos llamaron.
La historia, el aspecto con el que llegó PIPER no es espectacular. Es la misma historia anodina del podenco en los huesos, con cara, al principio de susto, después de asombro, acostumbrado a aceptar con sumisión lo que le caiga.
La historia de los tres años en el Refugio tampoco es espectacular. Acosado y mordido por los demás perros, enseguida supo cuál era el truco, y encontró el lugar donde uno se vuelve invisible.
Y desapareció. Seguro que nunca se sintió muy observado, así que no le costó.
Ni grande ni pequeño, ni gracioso ni revoltoso, ni tímido ni descarado, ni apenado ni jubiloso, ni cachorro ni mayor, ni guapo ni feo... sólo un bueno, que todo lo que venga lo da por bueno.
Al que nunca se le busca, al que sólo se le encuentra porque está delante.
Y entonces es cuando te acuerdas y dices: "¡Mira que es bueno este Piper!". Y sigues.
Y ya no te acuerdas más; porque el lugar mágico parece su lugar.
Sólo hay una cosa en la historia de la vida de PIPER que sí sería espectacular. Y esa sería la historia de su adopción.
La historia de la adopción, no de un buen perro, sino de un perro demasiado bueno como para ser tenido en cuenta.
Contacto: 600 356 891 (TARDES)
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