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Nació no sabemos dónde ni cómo llegó a la perrera (por desgracia es una historia repetida...)
Vera la rescató de la muerte y se restableció en el Refugio.
Partió hacia su nueva familia, que la esperaba con inmensa ilusión.
Saboreaba apenas los primeros días de su nueva y feliz vida cuando un petardo la aterrorizó.
Salió corriendo con su correa. La buscaron muchas personas. Dieron aviso de ella. Se le siguió la pista hasta hace muy poquitos días.
La ilusión del reencuentro se palpaba en la yema de los dedos.
Pero alguien la atropelló y no se dignó en prestarle ni atención ni auxilio.
Elsa, herida, fue perdiendo poco a poco la preciosa vida que se le ofertaba, luminosa y espléndida como una flor.
Buscó un lugar donde dormirse para siempre, quizá queriendo que ese sueño hermoso no pasara tan aprisa... quizádeseando soñar con que las buenas cosas no son tan fugaces...
El cuerpecito de Elsa fue, finalmente encontrado. Su espíritu corre libre por las praderas del Arco Iris ese, tan lleno, ¡tan lleno! de ángeles que, como ella, conocieron tan brevemente la bondad del hombre.
(Por desgracia es una historia tan injusta como repetida)
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