Copio:
A nuestra protagonista, Lira, la regalaban por internet, Encontró un dueño que la primera noche, le abrió la puerta porque ladraba así llegó desde Santa Brígida a Tafira con la correa colgando. Allí la encontró una vecina y así llego a nosotras.
Fecha de nacimiento aproximado 15 de Mayo de 2012, mestizo podenco.
Es noble, muy cariñosa, sociable, tranquila en casa y tiene muy buena relación con el resto de compañeros. Muy amiga de los niños, se encuentra en guardería esperando una familia responsable.
Contacto: info@adagrancanaria.org
No hay mito o historia más hermosa sobre la procedencia de un perro de caza que la del podenco canario. Más o menos todas las fuentes aciertan en contar lo mismo, que reproduzco aquí desde Club de Caza.
Se le conoce en las Islas Canarias, de donde es originario, con el nombre de Podenco Canario. Se encuentra en todas ellas en gran cantidad, especialmente en las mayores, Gran Canaria y Tenerife. El Podenco Canario es un perro de origen faraónico y fue llevado a las Islas Canarias probablemente por los Fenicios, Griegos, Cartagineses o incluso por los mismos Egipcios. Es una de las razas más antiguas que existen, pudiéndose encontrar vestigios grabados, estatuas, bajorrelieves, etc. en las tumbas de los faraones y museos como el Louvre y British Museum. Tiene esta raza una antigüedad de siete mil años.
¡Qué hermoso y qué lástima! ¿Lástima? Sí. Todo el que vive en las Islas y conoce a nuestros cazadores sabrá enseguida a qué me refiero. Hablo de unos perros que se pasan 6 meses al año atados a una cadena metálica de un metro. Hablo de unos perros cuyo valor exclusivo entre los aficionados no pasa del de meras herramientas. (Y soy consciente que meto a todos en el mismo saco, cuando no es justo ni procedente.)
Hablo de grupos de 6 ó 7 animales apretados en un espacio no mayor de un metro cuadrado cuando son trasladados a los cotos de cacería. Hablo de esas casetas improvisadas con cuatro tablas y una plancha de uralita (los más afortunados) o un bidón o cuatro tablas sobre cuatro bloques o un agujero en la roca, alimentados con los mismos restos que se usarían para alimentar a los cerdos. Hablo de la crianza a base de palos y correazos. Hablo del sacrificio salvaje de las crías cuando se tiene una camada muy numerosa.
Hablo del tiro en la cabeza y al fondo del barranco cuando ya no son útiles o dejan de cazar con la eficacia esperada. Hablo del abandono masivo que por estas fechas, cuando se abre la veda, se produce en nuestros montes y campos de aquellos animales que ya no dan más de si o no resultaron tan buenos como se esperaba.
Cierto es que no todos los cazadores actúan de esa manera, pero no hay ni un sólo federado (o conocedor del ambiente de la cacería en las islas) que sea capaz de desmentir mis palabras si habla con sinceridad. Porque todos sabemos como se las gastan una buena parte de estos paisanos. De esa parte de nuestro entorno que tan bien describió Andrés Chaves en su desternillante serie de libros sobre El mago y su cuñado. Una irónica, pero terriblemente realista, descripción de nuestra sociedad más inculta y egoísta, habitante habitual de nuestros campos y trabajador por excelencia de nuestro sector de la construcción. Pues este personaje también es el cazador tradicional.
El que, cuando la perrita ya no sirve, la deja abandonada, a su suerte. Porque pegarle un tiro ya no se puede, porque si encuentran el cadáver del animal pueden dar con su dueño a través del chip y multarlo. Así que ahora se lleva el abandono.
Fuente: (http://blog.artecar24.com/2009/10/el-podenco-canario-y-la-cultura-del.html)
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