La galga favorita del príncipe Alberto, "EOS", pintada por Sir Edwin Landseer. Acompañó al príncipe desde sus catorce años y viajó con él a Inglaterra. Cuando Eos murió, con diez años de edad, fue enterrada en el cementerio familiar de palacio. Landseer se encargó de realizar un monumento a Eos para su tumba.

Eso, es amar a tu perro.

"SIEMPRE QUE VEO A UN CAZADOR SEGUIDO DE SU PERRO, LA ESCOPETA AL BRAZO, NO ME OLVIDO NUNCA DE DESEARLE BUENA CAZA. DICEN QUE ESA FRASE ES DE MAL AGÜERO". Julio Verne

viernes, 18 de octubre de 2013

Ronda quiere salir del refugio (Sevilla)




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Normalmente cuando un perro entra en un refugio lo hace asustado. O se sobrexcita y sube el nivel de ansiedad en el grupo, o se encajona en un rincón del que no quiere salir. La mayoría de ellos alcanzan un estado de normalidad rápidamente. La ansiedad da paso a la curiosidad por un nuevo entorno, sociabilizan con sus compañeros, investigan su nuevo hogar y se adaptan a una nueva rutina. Repito, la mayoría. 

¿Qué pasa con la otra minoría? Que nadie les ve. No es la primera ni la última vez que escuchamos que un animal, perro o gato, está enfermo en un refugio. Pero no es ese tipo de enfermedad que puede curar un veterinario. Padecen de pena. Y es muy difícil ayudar a un animal así. 

Es fácil culpar a los voluntarios o a la asociación. Pensar que no es un buen sitio, y por eso está tan triste. Pero la realidad es que son animales a los que les da igual si tienen una camita, un colchón, juguetes o un plato de pienso y todo el cariño que pueden darle. No se resignan, no se conforman, porque no entienden por qué están allí y no en su casa. 

Ese es el caso de Ronda. Apareció unos meses en una rotonda hecha un trapo. Parecía más un peluche inerte que un ser vivo pero sí, era una preciosa perrita que alguien echó a la calle. Incapaz de sobrevivir sola y sin fuerzas para seguir caminando, así que se dejó caer donde su cuerpecito dijo basta, dejando de luchar. 




Pasó lo que tantas veces, nos echamos las manos a la cabeza e increpamos para que la recojan, sin tan siquiera leer que ya estaba a salvo. Y ahora que sufre nos olvidamos de ella, sólo porque está en un refugio. 

Para algunos animales, esos de los que trata este texto, vivir en un refugio no es estar a salvo, ni esperar una nueva oportunidad. Para algunos es un infierno por el simple hecho de que no están en una casa. 

Ronda no puede comprender por qué terminó en la calle y por qué a día de hoy sigue esperando que alguien la vea y la lleve a esa casa que la obsesiona. 

Para los voluntarios y la gente que la quiere es muy doloroso llegar cada día y ver su expresión triste. Escuchar sus llantos o verla escalar la malla de su patio, luchando por escapar, dejándote claro una vez más que no quiere estar allí. 

Lo que Ronda necesita está claro. Una adopción en cualquier provincia territorio nacional. Está complicado, eso lo sabemos, pero hay que intentarlo. Se lo debemos. Es una perrita pequeña de 6 kilos y medio y unos 2 años, una bolita de algodón pues es de pelito largo, sociable con otros perros, con gatos no está probada aún. 

Intentemos encontrar un rinconcito para ella, pero esta vez que sea el de una casa.

CONTACTO:
contacto@granfamilia.org
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